CLARIN(www.clarin.com.ar):"Yo dejo el alma, no hago nada de taquito" Nunca jugué mi carrera desde el lugar del galán. Me identifico más con el tipo común, que se enamora, que quiere una mujer, una familia". En el momento más prometedor de su carrera, con 35 años y recién llegado de México —donde su éxito en la versión local de Amor en custodia lo llevó a rechazar varios protagónicos, entre ellos, la adaptación de Montecristo— Sebastián Estevanez no parece encandilado por una fama que dice, jamás imaginó.De hecho, la tentación de quedarse allí era grande —Televisa y TV Azteca, las dos cadenas más importantes de ese país, le ofrecieron suculentos contratos— pero él jura que extrañaba a su familia y que ya le había dado su palabra a Telefé para trabajar en la próxima novela del mediodía, que producirá su padre Enrique y que reemplazará a fin de año a Se dice amor (ver El jardinero...). Por eso se volvió, después de tres meses de haber interpretado a Mauro Mendoza, el personaje que desbancó al Nicolás Pacheco de la versión mexicana, curiosamente, el mismo guardaespaldas que él había interpretado en la original, protagonizada por Soledad Silveyra y Osvaldo Laport (ver Un personaje...). Sebastián tuvo la suerte de vivir en carne propia un fenómeno televisivo. Es que la adaptación mexicana de Amor en custodia batió todos los récords de audiencia de ese país: 22 millones 500 mil espectadores la siguen a diario, según la filial local de Ibope, cuando el rating histórico más alto registrado hasta ahora era de entre 14 y 16 millones. No bien Sebastián ingresó a la historia —con un papel que no existió en la versión argentina— se ganó el entusiasmo del público, al punto de que Andrés Palacios, el actor que hace de Pacheco en ese país, comenzó a quedar desplazado y a ser objeto de burla y especulaciones por parte de la prensa de chimentos, mientras los fans de la novela inundaban de mails el sitio de TV Azteca pidiendo que la Bárbara de allí (Paola Núñez, en el papel que aquí hizo Melina Petriella) dejara a Pacheco y se quedara con él. "Cuando empecé a ver lo que estaba pasando con mi personaje, le prometí a Andrés (Palacios) que si la cosa seguía así, yo renunciaba, no lo iba a traicionar", confiesa Sebastián. "A mí no me hubiera gustado que me pasara eso, ser el protagonista de una novela y que a la mitad de la tira entre un personaje nuevo y se quede con la historia de amor que estaba pautada desde un principio. Me puse en el lugar de él y no me pareció ético, así que preferí hacer las cosas bien y respetar lo que estaba pautado. Pero la presión para quedarme fue enorme, me ofrecían más del doble de dinero", admite. Sebastián habla con pudor, como si lo que cuenta le hubiera pasado a otro. Le cuesta reconocer en este actor de pronto codiciado al muchacho que hace apenas diez años debutó como utilero en Gino (Canal 13), una tira con Arnaldo André y Katja Alemann. El mismo que se levantaba a las seis de la mañana y se iba al mercado central a comprar las frutas y verduras del local que atendía el protagonista, y donde él hizo su primer bolo como ayudante de verdulero. El mismo que le puso el cuerpo al Beto Santana, un jugador de fútbol bestial y entrañable, que lo hizo popular en Los buscas. El mismo, también, que durante doce años vendió entradas en la boletería del Teatro Provincial de Mar del Plata, cuando su padre montaba las temporadas de verano. "En esa época no nos iba tan bien como ahora —recuerda— y en mi familia laburábamos todos. A mí me hacía bien trabajar, no tener que pedirle nada a mi viejo. Yo terminaba de vender las entradas, y en lugar de salir con mis amigos, me compraba un sándwich y me metía todos los días en la sala a ver la función, me sentaba en una butaca y era el tipo más feliz del mundo. Veía la misma obra cien veces, observaba a la gente, en qué momento se reían, cuándo lloraban, probaba todas las ubicaciones y después aconsejaba desde dónde se veía mejor". Ese mismo chico que con poca convicción había intentado estudiar Derecho, hace apenas tres meses tuvo que tirarse de una ambulancia en movimiento para poder salir de un shopping, adonde había ido a una firma de autógrafos. "El lugar estaba preparado para seis mil personas, pero entraron 15 mil. Fue un desborde, tuvimos que salir por una puerta de emergencia, todos rasguñados, con la ropa rota, te arrancaban mechones de pelo... El actor en México es aún más fuerte que acá, es algo increíble, tipo Luis Miguel... Durante las grabaciones, por ejemplo, no podíamos rodar en la calle, teníamos que tener 30, 40 personas de seguridad, y para caminar una cuadra te llevaban en camioneta, porque no podías ir caminando. Yo me lo tomé con buena onda porque para mí era todo nuevo, pero supongo que no debe ser nada fácil vivir así". Un poco asustado por la experiencia, reconoce, pero, sobre todo, con ganas de volver a la Argentina, Sebastián emprendió entonces el regreso. "Quería sentir el olorcito de mi país, el mate, las charlas con los tacheros. Yo soy muy familiero, nunca había pasado tanto tiempo lejos de mi casa, y extrañaba a los míos, a mi perro, a mi abuela". La abuela, Amanda, una siciliana de 80 años, es la misma que en una tarde de frío, cuando se realiza la entrevista, le ceba mate mientras acomoda cajas, esquiva bultos y vacía estantes. Es que Sebastián y su mujer, la modelo Ivana Saccani —con quien se casó hace casi dos años— se están mudando de una hermosa casa con jardín y pileta en San Isidro a un departamento en Vicente López. "Hoy por hoy, elijo cuidar mi cabeza. Imaginate que dormimos con la puerta del cuarto cerrada con llave, por miedo a que nos entren a robar, así no se puede disfrutar", dice, mientras se despide de Marco, un mastín napolitano descomunal que juguetea ruidosamente en el jardín, y que encontrará un nuevo hogar en la empresa familiar. Sus padres y sus suegros —que vinieron de Junín especialmente para ayudar con la mudanza— también andan dando vueltas por la casa, intentando acelerar un traslado que debe hacerse sí o sí al día siguiente y que, a primera vista, parece improbable. A él no lo incomoda el movimiento de gente, al contrario. Intenta convencer a todos de que se queden a dormir, para a la mañana siguiente poder ver juntos un partido de fútbol en la pantalla gigante que domina el ya desvalijado living. Están acostumbrados los Estevanez a moverse en clan. Sol, la hermana de 27 (casada con el tenista Mariano Puerta), dejó la actuación y ahora está trabajando en la productora de su padre, y Diego, el hermano de 34, es productor y guionista. También está Hernán, un primo, y hasta la mamá de Sebastián, profesora de actividades prácticas, supo en una época levantar decorados y escenografías. ¿Cuánto creés que condicionó tu carrera el hecho de trabajar con tu papá?Me ayudó mucho, no puedo renegar de eso. El me dio mi primera oportunidad, imaginate que está lleno de actores, excelentes, mucho mejores que los que trabajamos en televisión, y no tienen trabajo. Yo tuve una oportunidad y creo que la supe aprovechar, me preparé, estudié, y sé que me falta mucho todavía. Yo dejo el alma, no hago nada de taquito y trato de ser fiel a la gente. Cuando hago una novela, siento que no puedo defraudar a la señora que está sola en su casa mirando la tele, que tengo que hacerle pasar un buen momento, esa es humildemente mi función, y aunque pueda parecer frívolo, es algo que me hace feliz. Yo tengo una deuda grande con la vida, y siento que hacer las cosas bien en mi trabajo es una manera de pagarla. Cuando habla de facturas pendientes, Sebastián se refiere al accidente automovilístico que tuvo nueve años atrás, en el que casi se muere. Estaba veraneando en Punta del Este, y el auto en que viajaba a 140 kilómetros por hora con su hermano y dos amigos —que resultaron ilesos— dio cinco vueltas. El salió despedido por una ventanilla, terminó con múltiples fracturas y estuvo dos meses internado, con cinco por ciento de probabilidades de sobrevida. Seis meses de rehabilitación le permitieron volver a caminar. "A pesar de haber sido una tragedia, me ayudó mucho como persona. Cuando me levanto cada mañana veo la vida desde otro lugar. Sufrí como un perro, pero me cambió la cabeza, hoy valoro cosas que antes no valoraba", asegura. "Por eso pienso que en esta carrera no hay que volverse loco... Hay que estar preparado para que te vaya bien y para que te vaya mal, son rachas". Si es sí, a él, esta vez, le tocó una buena.
INFOBAE(www.infobae.com):Telefe renueva su programaciónUna vez finalizada la Copa del Mundo Alemania 2006, la grilla de los canales de televisión parece volver a la normalidad. En el caso de Telefe, a partir de agosto, en el horario de las 23.30, estrenaría Al límite, Algo habrán hecho… Por la historia Argentina, E24 y Hermanos y detectives, la serie de Damián Zsifrón, el creador de Los simuladores.Además luego de una exitosa repetición de Casados con hijos, se espera la segunda temporada y, los domingos al mediodía, Miguel Ángel Rodríguez tendrá su propio ciclo.